El camino hacia la Guerra

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ATLÁNTICO NORTE: La guerra alcanza ya las aguas cercanas a Sudáfrica. El Graf Spee captura el mercante sudafricano Huntsman, en ruta hacia Ciudad de El Cabo. Es el primer incidente militar que protagonizan los sudafricanos en esta guerra. En la foto, marineros del buque capturado mientras son subidos a bordo del Graf Spee.





BERLÍN: Hitler se reúne con el diplomático sueco Birger Dahlerus, y se muestra partidario de buscar un acuerdo con Reino Unido. Dahlerus había estado días antes en Londres, tratando de sondear a los líderes políticos y sociales británicos acerca de un hipotético alto el fuego. Horas más tarde, el líder alemán se reúne con el Almirante Raeder, comandante de la Kriegsmarine. Raeder sugiere a Hitler obtener bases en Noruega, para aliviar el bloqueo británico y asegurar los envíos de mineral de hierro sueco a Alemania, que resultan esenciales para la industria bélica. Curiosamente, en ese mismo momento en Londres, Churchill, Primer Lord del Almirantazgo, pide durante la reunión del Gabinete el minado de las aguas noruegas para interrumpir el suministro de hierro sueco.


LONDRES: Queda completado el cupo del Women´s Land Army, una organización voluntaria integrada por 25.000 mujeres que realizan tareas en las zonas rurales, sustituyendo a los granjeros que han sido movilizados. El Land Army será de gran ayuda en la producción de alimentos, sobre todo durante el asedio que sufrirá Inglaterra, aunque la presencia de estas mujeres, la mayoría jóvenes, solteras y de ciudad, provocará algunos problemas con los campesinos locales, y suponemos que con sus mujeres legítimas.


MOSCÚ: La URSS y Lituania firman un Tratado de Asistencia Mutua por quince años. A cambio de ceder Vilna, una ciudad de mayoría lituana en la Polonia Oriental recientemente conquistada, la URSS consigue bases militares en territorio lituano. Es el tercer acuerdo diplomático firmado entre la Unión Soviética y las repúblicas bálticas, tratados que buscan incrementar la influencia soviética en la zona.


PARIS: En un mensaje radiado a la nación, el Primer Ministro Daladier rechaza las tentativas de paz presentadas por Alemania unos días antes, y afirma que Francia continuará luchando hasta conseguir la victoria y la paz en toda Europa. Buena falta hace a la sociedad francesa mensajes como este, en unos momentos en los que Francia está dividida por la guerra. Ayer, por ejemplo, fueron detenidos la mayoría de los diputados comunistas.

Fuerzas Armadas Soviéticas (y II)

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Bandera de la Fuerza Aérea Soviética



La Fuerza Aérea Soviética (Voenno-Vozdushnye Sily, literalmente, Fuerzas Aéreas Militares), nació durante la Guerra Civil Rusa, aunque no tendría especial protagonismo hasta varias décadas más tarde. Es a comienzos de los años 30 cuando la Fuerza Aérea Soviética incrementa considerablemente su número y empieza a adoptar nuevos modelos de aviones modernos. Bajo el enérgico mando de su comandante, Yakov Alksnis, la producción de aviones se incrementó notablemente y para 1935 la Unión Soviética poseía la fuerza aérea más grande del mundo, con más de 8.000 aparatos.

En 1936 comenzó la Guerra Civil Española, y como parte de la ayuda al bando republicano, la Unión Soviética envió decenas de aviones y pilotos. Durante los primeros meses de guerra, el Polikarpov I-16, que formaba la columna vertebral de la aviación de caza soviética, se demostró como un avión excepcional, sin rival en el aire. Conforme los meses pasaron, fueron llegando a España los nuevos Bf-109 alemanes, que supusieron una terrible amenaza para los I-16. Además, se fue comprobando que el I-16 tenía importantes fallos estructurales de diseño, fallos que se intentaron solucionar en versiones posteriores. Sin embargo, y al igual que en otros aspectos, los soviéticos no terminaron de asimilar por completo las experiencias de la Guerra Civil. En 1938 Alksnis fue destituido y ejecutado por Stalin, al igual que un gran número de oficiales de la Fuerza Aérea, muchos de ellos oficiales competentes y con experiencia de combate.

Caza Polikarpov I-16 del bando republicano. Los españoles de ambos bandos apodaron a este avión como "mosca" por su pequeño tamaño.




Al igual que le ocurrió al Ejército Rojo, la Fuerza Aérea Soviética sufriría pérdidas relativamente enormes durante la Guerra de Invierno contra Finlandia. Las experiencias de España y de las escaramuzas en el Extremo Oriente contra los japoneses no fueron aprovechadas, y la pequeña pero bien organizada y armada Fuerza Aérea Finlandesa consiguió defender su país hasta caer agotada pocas semanas antes del fin de las hostilidades.

En 1941, justo antes de la invasión alemana, la Fuerza Aérea Soviética encuadraba a unos 365.000 hombres. Como aviones principales, se seguía utilizando el I-16 como avión de caza, y el IL-2 como cazabombardero de ataque a suelo. El Ilyushin IL-2 estaba pensado originalmente como un avión de ataque a suelo, especialmente contra los vehículos blindados, pero demostraría ser también un avión de caza para combates aire-aire razonablemente competente. Sin embargo, el I-16 se mostró completamente anticuado frente a los nuevos modelos alemanes. Además, hay que señalar que dos tercios de la Fuerza Aérea Soviética fueron destruidos en tierra por los alemanes durante la primera semana de invasión, por lo que los rusos tendrían que reconstruirla prácticamente desde cero y los alemanes tendrían la superioridad aérea hasta 1942. Por suerte para la Unión Soviética, la ayuda militar norteamericana y los nuevos modelos desarrollados a partir de 1942 contribuyeron a ganar paulatinamente los cielos rusos a la Luftwaffe.


El cazabombardero Ilyushin IL-2, la peor pesadilla de los panzers alemanes

La Armada Soviética o Flota Roja (oficialmente Raboche-Krest'yansky Krasny Flot, Flota Roja de los Trabajadores y Campesinos) fue formada por los navíos de la vieja Armada Imperial Zarista que desertaron a los bolcheviques durante la Guerra Civil Rusa. Si antes de la Primera Guerra Mundial Rusia había tenido un flota de guerra relativamente pequeña, después de la lucha con alemanes y la guerra civil esta era casi inexistente. Al acabar la Guerra Civil, la nueva Unión Soviética poseía tres acorazados seriamente dañados, 2 cruceros, 10 destructores y unos pocos submarinos totalmente desfasados.




Bandera de la Flota Roja



A partir de 1926, y sobre todo durante los años 30 con los planes de industrialización estalinistas, se inicia la reconstrucción de la Flota Roja. El número de buques se incrementa notablemente, al igual que el entrenamiento y la formación de las tripulaciones. Para 1941, la Flota Roja incluía 3 acorazados, 7 cruceros, incluyendo los 4 modernos de la clase Kirov, 59 destructores, unos 300 submarinos de muy diverso tipo y calidad y unos 300 buques más pequeños, como dragaminas y torpederos, la mayoría pensados para ser usados para patrullar los grandes ríos.

Sin embargo, los números no deben de llamar a engaños. Muchos de estos buques eran buques recuperados de la Primera Guerra Mundial o incluso antes, y otros muchos ya habían quedado obsoletos a finales de los años treinta. Y aunque se habían hecho enormes progresos en cuanto al entrenamiento, la falta de experiencia en combate y el aislamiento respecto a otras marinas de guerra del mundo, formaban un lastre considerable.

Fuerzas Armadas Soviéticas (I): Raboche-Krest'yanskaya Krasnaya Armiya. El Ejército Rojo

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Formado en el fragor de la Guerra Civil Rusa de 1917-1923, el “Ejército Rojo de los Trabajadores y Campesinos” fue la pieza clave para el triunfo del comunismo en Rusia. Su relativamente alta disciplina y moral permitió a Lenin y al Partido Comunista imponerse frente a los rusos blancos en el sangriento enfrentamiento.

Años más tarde y con Stalin ya asentado en el poder, el Ejército Rojo se convirtió en un instrumento clave para el ejercicio de su poder, tomando parte en las brutales acciones contra los disidentes políticos y las minoría étnicas. Aunque potente en cuanto a efectivos y a potencia de fuego, el Ejército Rojo heredó algunos de los problemas del antiguo ejército zarista, en especial el aislamiento con respecto a las nuevas tendencias en el exterior, tema al cual no ayudó el vacío internacional a la todavía joven Unión Soviética.

Deseoso de acrecentar su poder, Stalin desencadena en 1937 una purga contra la oficialidad del Ejército Rojo, a la que acusa de conspirar en su contra. Muchos de los altos oficiales que habían ganado la Guerra Civil son destituidos. Algunos serán juzgados y ejecutados, como el Mariscal Tujachevski, en ese momento comandante del Ejército Rojo. Las purgas son un tema controvertido y difícil de analizar, ya que el caos administrativo que era la Unión Soviética durante esos años y la escasez de documentos no ayuda precisamente a la investigación histórica. Las cifras sobre los oficiales represaliados son muy diversas, aunque la que más se acepta generalmente es la de 30.000. En cualquier caso, está claro que se cebó con el generalato y con los altos cargos militares. Cientos de oficiales competentes fueron sustituidos por mediocres cuyo único mérito era su fidelidad a Stalin y al Partido. Tampoco está clara la influencia que los servicios de inteligencia alemanes pudieron tener en las sospechas de Stalin. Parece ser que existió un plan alemán, ideado por Reinhard Heydrich, destinado a levantar sospechas infundadas sobre los altos cargos soviéticos, para que así Stalin los destituyese y provocase el caos interno. Como en otras cuestiones, es difícil conocer cual fue la influencia real de este plan germano en el siempre paranoico Stalin.

Aunque sus efectos han sido exagerados, es cierto que la Gran Purga hundió la moral del Ejército Rojo, generó un ambiente enrarecido de politización y sospechas dentro del ejército y privó a los soviéticos de algunos de los pensadores militares más avanzados de la época. Stalin decidió compensar estas fallas volcando los recursos de la Unión Soviética en el sector militar. En 1938 el presupuesto militar se había triplicado respecto al año anterior y el Ejército Rojo alcanzó la cifra de 1.500.000 hombres. También se hicieron grandes avances en cuanto a la mecanización y al desarrollo de blindados, si bien las doctrinas respecto al uso de los tanques en el campo de batalla aun estaban totalmente desfasadas.

Sin embargo, las grandes cifras ocultaban los grandes problemas de un ejército que no estaba preparado para la nueva guerra moderna. La ayuda militar soviética al bando republicano durante la Guerra Civil Española sirvió para probar (con buenos resultados) el nuevo armamento en combate y constatar que muchas de las tácticas seguidas por los soviéticos estaban ya anticuadas. Sin embargo, la Unión Soviética no le prestó demasiada atención y prefirió regodearse en los buenos rendimientos que sus aviones y carros habían conseguido.


Dos carros soviéticos durante la Guerra Civil Española. A la izquierda una tanqueta BA-6, y a la derecha un T-26



Entre 1938 y 1939 las fuerzas soviéticas en Siberia sostuvieron una serie de escaramuzas con las fuerzas japonesas que ocupaban Manchuria, que en algunos momentos llegaron a convertirse en batallas a gran escala (aunque nunca oficialmente en una guerra). La principal de ellas fue la de Khalkhin Gol, en Agosto de 1939, y en la que llegaron a combatir más de 130.000 soldados entre ambos bandos. La victoria fue para los soviéticos, que parecieron ignorar que contaban con la superioridad numérica y material y que los japoneses luchaban a cientos de kilómetros de sus bases. Semanas más tarde, la Unión Soviética invadió la parte oriental de Polonia sin apenas oposición, en virtud de sus acuerdos con la Alemania Nazi. Parecía que el Ejército Rojo había superado sus problemas y era una fuerza invencible. Nada más lejos de la realidad.



Soldados soviéticos durante la batalla de Khalkhin Gol en el verano de 1939. El carro es un BA-6



El 30 de Noviembre de 1939 la Unión Soviética invadió Finlandia. Fue la conocida como “Guerra de Invierno”, uno de los conflictos asociados a la Segunda Guerra Mundial. El Ejército Rojo movilizó una fuerza militar de 1.000.000 de hombres, 6.500 carros de combate y unos 3.800 aviones. Enfrente Finlandia solo tenía a unos 340.000 soldados y un número anecdótico de tanques y aviones. Contra todo pronóstico, Finlandia se convirtió en un infierno para el Ejército Rojo. Por primera vez, los soviéticos tenían enfrente a un ejército que aunque muy inferior en número, estaba muy bien organizado, conocía el terreno y con la moral alta de quien defiende a su país de una invasión. Además, los finlandeses recibieron material moderno de guerra gracias a los envíos de ayuda sueca, alemana y aliada.

El Ejército Rojo manifestó su falta de organización interna, la debilidad de la cadena de mando, la incapacidad de muchos oficiales y lo anticuado que resultaba buena parte de su material y de sus tácticas. Solo una serie de ataques en masa durante la primavera de 1940 y que le costaron a los rusos enormes pérdidas, y el bombardeo de las ciudades finlandesas obligó a los finlandeses a firmar la paz con Stalin y entregarle ciertos territorios. El Ejército Rojo dejaba atrás unos 100.000 muertos y 250.000 heridos. La moral estaba en su nivel más bajo y el mundo constataba de que la Unión Soviética era, a lo sumo, una potencia militar de segunda.


Columna soviética durante la Guerra de Invierno. Finlandia se convirtió en un infierno para el ejército más grande del mundo.



En los meses siguientes hubo nuevas destituciones de oficiales y Stalin inició una serie de reformas militares para adaptar al Ejército Rojo a los nuevos tiempos. Pero en Junio de 1941, cuando llegó la invasión alemana, el Ejército Rojo era esencialmente el mismo que había fracasado en Finlandia. Oficiales y suboficiales eran inexpertos y estaban inadecuadamente preparados, las comunicaciones militares eran un desastre, todavía basadas en el telégrafo, y la logística brillaba por su ausencia. Además, pese a sus grandes números, las divisiones de infantería soviéticas distaban mucho de encontrarse al 100% de efectivos: entre 8.000 y 12.000 hombres cuando debería de haber sido 18.500.

Pero la Unión Soviética contaba con una ventaja. El soldado soviético, aun mal armado y mandado, es excepcionalmente duro y resistente, y además estaba espoleado por la necesidad de defender a su país frente al invasor alemán. Además, a lo largo de la historia Rusia ha recibido numerosos golpes, pero está en su carácter saber encajarlos y descubrir donde se ha fallado y porqué se han recibido. Conforme la invasión alemana se convertía en un desastre para los soviéticos, oficiales competentes fueron sustituyendo a los inútiles, el armamento anticuado fue siendo renovado y las tácticas militares fueron puestas al día. En 1945 el Ejército Rojo era ya, sin duda, uno de los mejores ejércitos del mundo en todos los sentidos.

El Regimiento de Caza Normandía-Niemen

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NOTA: El siguiente artículo lo escribí para otro foro, y se aleja un poco de la tónica de los anteriores. Pero ya que hace dos días hice un repaso de las Fuerzas Armadas Francesas, y mañana comenzaré con las soviéticas, me ha parecido oportuno colgarlo en el blog como anécdota y curiosidad. Durante lo que queda de esta semana, como ya he dicho, colgaré los artículos referentes a las Fuerzas Armadas Soviéticas, además de un breve repaso al camino que llevó a la Segunda Guerra Mundial y los planes nazis para invadir Polonia. Y a partir del día 1, comenzará el seguimiento de la Segunda Guerra Mundial día a día, que es el objeto principal de este blog.





A comienzos de 1942, las conversaciones entre los soviéticos y la Francia Libre resultaron en el envío de un grupo de pilotos franceses a la Unión Soviética, para luchar allí contra los alemanes en los cielos rusos. De Gaulle, que tenía especial interés en que los militares franceses combatiesen en todos los frentes abiertos por los aliados, autorizó el 1 de Septiembre de 1942 la formación del Gruppe de Chasse 3 (GC 3), que combatiría en el Frente Oriental bajo mando soviético pero manteniendo su independencia como unidad.

El 29 de Noviembre de 1942 llegaba a Bakú, vía Teherán, el equipo, que en esos primeros momentos se componía de 15 pilotos, 39 mecánicos y 4 oficiales, bajo el mando del comandante Pouliquen. Enviados al aeródromo de Ivanovo, el GC 3 comenzó a entrenarse usando el interceptor Yak-7 y más adelante el Yak-1. El 22 de Marzo de 1943, y ahora bajo el mando de Jean Tulasne, la unidad francesa llegó al frente, en el sector de Ucrania Central.


Los primeros pilotos franceses que llegaron a la Unión Soviética en 1942


El 5 de Abril de 1943 se produjo el bautismo de fuego del GC-3, cuando uno de sus Yak-1 derribó un Fw-190 alemán. A partir de entonces, la unidad francesa no dejó de acumular derribos, ganando especial interés por parte de la propaganda soviética. La popularidad de la unidad llegó a tales extremos, que el propio Mariscal Keitel firmó una orden estableciendo que cualquier piloto francés capturado fuera ejecutado de inmediato. Pese a estos éxitos, el 17 de Julio la unidad sufrió un fuerte golpe. Tulasne, líder de la unidad, fue derribado y dado por desaparecido, sucediéndole en el mando el comandante Pouyade. El 6 de Noviembre la unidad fue retirada del frente y enviada a Tula. Solo quedaban 6 pilotos de los originales, pero la unidad acumulaba ya 72 victorias.

Durante los meses siguientes, el GC 3 fue reorganizado, convirtiéndose en el “Regiment du Chasse Normandie” con cuatro escuadrillas. El Yak-1 es abandonado y la unidad adopta el más moderno Yak-9.

A comienzos de 1944, el Regimiento Normandía regresa al frente, esta vez en el sector norte, en el Báltico. Su destacada participación en las batallas por el control del río Niemen llevó a Stalin a renombrar la unidad como “Normandie-Niemen” en su honor. El 16 de Octubre de 1944, los pilotos del regimiento entraban por primera vez en el espacio aéreo del Reich, apoyando la ofensiva soviética sobre Prusia Oriental. Ese mismo día, la unidad francesa consiguió su record, al derribar 29 aviones alemanes sin sufrir ni una sola baja.

El Regimiento Normandía-Niemen fue retirado del frente de nuevo el 27 de Noviembre de 1944, y la unidad fue de nuevo reorganizada. Pouyade y varios de los pilotos más veteranos regresaron a Francia para participar en la reconstrucción de su fuerza aérea; fue sucedido por Louis Delfino. Al mismo tiempo, la unidad adopta el Yak-3 como avión. Marcel Albert, uno de los líderes de escuadrilla, diría de este avión: “Un Yak-3 puede luchar contra cuatro aviones y cuatro Yak-3 pueden derrotar 16aviones enemigos.”



Aviones Yak-3 restaurados, con las insignias del Regimiento Normandía-Niemen



El 14 de Enero de 1945 el Regimiento Normandía-Niemen inicia su, tercera y última campaña, cubriendo el avance ruso hacia el corazón del Reich Alemán. El 9 de Mayo de 1945, el día que acababa la guerra en Europa, la unidad realizó su última patrulla de combate. La unidad francesa había acumulado 273 derribos enemigos, y ganado un gran número de condecoraciones soviéticas y francesas, entre ellas la Legión de Honor y la Orden de la Bandera Roja.

El 20 de Junio de 1945 los pilotos franceses regresaron a casa, siendo recibidos como héroes en París. Como prueba de agradecimiento, las autoridades soviéticas permitieron a los pilotos conservar y llevar a Francia los 37 Yak-3 que mantenía en servicio el regimiento, un honor que los siempre reservados rusos raramente han concedido. El Ejército del Aire Francés no disolvió la unidad, y aún hoy sobrevive con el nombre oficial de Escuadrón 2/30. Por su parte, la Fuerza Aérea Rusa mantiene así mismo un regimiento aéreo en la zona de Siberia llamado Normandía-Niemen.

Fuerzas Armadas Francesas

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Probablemente, ninguna victoria a lo largo de la Historia resultó tan amarga como la de Francia en la Primera Guerra Mundial. Durante los cuatro años de la Gran Guerra murieron 1.240.000 soldados, casi el equivalente al 10% de la población activa masculina francesa. El norte del país, la región más industrializada y rica, había quedado totalmente arrasado, y el estado francés estaba endeudado hasta niveles astronómicos con ingleses y estadounidenses. A todo ello hay que sumar la ruptura definitiva del orden político republicano, con la irrupción en masa del socialismo, el comunismo y movimientos autoritarios ultraderechistas, que se asentaron entre una población que veía a sus políticos tras la guerra más como enemigos que como dirigentes.

No es de extrañar por tanto que las Fuerzas Armadas Francesas sufrieran durante las dos décadas siguientes al final de la Gran Guerra un tremendo proceso de reducción de efectivos y de recursos. Francia consideraba que había ganado “la Guerra que acabaría con todas”, y por lo tanto el campo militar fue descuidado. El número de reclutas descendió drásticamente, tanto por la crisis demográfica que vivía Francia en esos momentos, como por la reducción del servicio militar de 3 a 1 año. También el entrenamiento disminuyó tremendamente su calidad, y el equipamiento, procedente de los excedentes de la Gran Guerra, se fue quedando anticuado.

Pero si en algo quedó atrás Francia fue en el campo de las doctrinas militares. Ya que consideraban que habían ganado la Gran Guerra gracias a sus tácticas de guerra de trincheras, el Ejército Francés se parapetó, y nunca mejor dicho, en las doctrinas de guerra estática y de posiciones, ignorando los avances tecnológicos que se estaban produciendo. Oficiales competentes y avanzados, como De Gaulle, fueron ninguneados por la vieja guardia. El ejemplo más patente y a la vez más patético de la confianza francesa en las posiciones fortificadas fue la construcción de la Línea Maginot, una inmensa línea de fortificaciones, búnqueres y trincheras que recorría toda la frontera franco-alemana. Con un coste de 700.000 millones de francos, la Línea Maginot entró en servicio en 1935 y se convirtió en la gran esperanza francesa para frenar cualquier futuro ataque alemán. El tiempo les quitaría la razón.

En cuanto a efectivos, el Ejército Francés contaba en 1939 con 582.000 hombres en Francia y otros 183.000 en las colonias, además de 6.000.000 de reservistas pobremente entrenados y para los que no había equipo suficiente. Estas cifras no muestran, sin embargo, las enormes diferencias entre las unidades francesas. Mientras que las divisiones de primera línea estaban razonablemente bien equipadas y entrenadas, y combatieron lo mejor que pudieron dadas las circunstancias, las divisiones que fueron movilizándose al empezar la Guerra fueron completamente inútiles.


Uno de los fortines de la Linea Maginot en la zona del río Mosela


El soldado de infantería francés contaba como arma principal el fusil MAS-36, relativamente bueno, y como ametralladora la FM 24/29, pensada para usarse en el ámbito colonial pero que resultó demasiado ligera para la guerra europea. Con respecto a la artillería, Francia contaba con una ventaja decisiva, con unos 11.000 cañones de muy variado calibre (Alemania tenía 7.000 en 1939). Sin embargo, la artillería francesa tenía problemas para ser transportada de un lugar a otro, ya que tenían que usar caballos, y buena parte de los cañones se quedaron fijos defendiendo las posiciones fortificadas. En cuanto a la artillería antiaérea y anticarro, su escasez resultó ser peligrosamente problemática y fue una de las causas del colapso francés en 1940.

Especial mención hay que hacer a la moral francesa. La política francesa de los años 30 estaba emponzoñada y polarizada. Al comenzar la Guerra en 1939, el Primer Ministro Francés era Edouard Daladier, socialista, y que fue incapaz de unir a la nación en la lucha contra Alemania. Los partidismos prevalecieron frente al interés nacional, sin olvidar las acciones de sabotaje y propaganda derrotista que comunistas y ultraderechistas realizaron los meses anteriores al envite nazi. Con los recuerdos de la Gran Guerra todavía frescos en la memoria, ni soldados ni civiles estaban dispuestos a pasar por otro infierno, y menos para un gobierno que sentían que no les representaba.

En cuanto a los carros de combate, Francia, nominalmente, poseía dos divisiones acorazadas, cuyo tamaño era, sin embargo, la mitad de una división panzer alemana. El ejército francés disponía de 800 carros modernos del Tipo-B y el SOMUA S-35, pero la mayoría de los 2.200 carros restantes eran los R-35 y H-35 ya completamente obsoletos. Pero la gran deficiencia de los tanques franceses fue como fueron usados. Sin hacer caso a los resultados de la Blitzkrieg, los tanques franceses fueron repartidos entre las divisiones de infantería, perdiendo con ello gran parte de su movilidad y potencia de fuego. Además, el 80% de los carros franceses carecía de radio, por lo que la coordinación para realizar ofensivas blindadas de envergadura era prácticamente imposible.

El Ejército del Aire Francés tenía en 1939 unos 1.200 aviones, organizados en cuatro regiones aérea en la Francia Metropolitana y otra en la colonial. En cuanto a los modelos, la mayoría estaban anticuados. Solo el interceptor Morane-Saulnier MS-406 podía considerarse moderno, y aun así, había quedado obsoleto frente al Bf-109 alemán. En cuanto a los bombarderos, Francia solo disponía de unos 175 bombarderos, la mayoría sin radio, y que no realizaron misiones ofensivas por temor a represalias alemanas sobre las ciudades francesas. En cuanto a entrenamiento y tácticas, los pilotos franceses recibían una instrucción bastante pobre, muy lejos de las que recibían sus homólogos alemanes o ingleses. Además, a excepción de alguna acción en las colonias, la aviación francesa llevaba sin entrar en combate desde 1918.


Un caza Morane Saulnier MS-406


Un ejército desmotivado y con tácticas anticuadas, una fuerza aérea obsoleta a todas luces… Al menos a Francia le quedaba el consuelo de su Armada. En 1939, Francia tenía una de las mejores marinas de guerra del mundo, tanto en números como en entrenamiento y preparación. Al comienzo de la guerra Francia contaba con 7 acorazados (de 22.000 a 26.500 toneladas), 7 cruceros pesados y 12 ligeros, 2 portaaviones, 64 destructores y torpederos y 78 submarinos. Se encontraban, además, en construcción 4 acorazados de 35.000 toneladas y 2 portaaviones. Por desgracia para los franceses, la mayor parte de esta magnífica armada acabó en el fondo de los mares. Tras la rendición francesa, los ingleses destruyeron los barcos franceses que no se sumaron a la Francia Libre. Lo que quedó de la Armada en Francia fue volada por sus propios oficiales para evitar que cayeran en manos alemanas en 1942.




El crucero de batalla Dunkerque, uno de los más modernos de la flota francesa

HM´s Armed Forces (y III): Royal Air Force

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La bandera oficial de la Royal Air Force



La Royal Air Force, la primera fuerza aérea como tal en la historia, nació durante la Gran Guerra, el 1 de Abril de 1918. Hasta entonces el ejército de tierra había mantenido un cuerpo aéreo, el Royal Flying Corps, y la Royal Navy otro, el Royal Naval Air Service. Ambos cuerpos fueron fusionados en la Royal Air Force (RAF).

Durante el periodo de entreguerras, la RAF continuó modernizándose y especializándose, recibiendo suficientes recursos pese al ambiente de austeridad financiera de la época. Además, aviones de la RAF participaron en los años veinte y treinta y docenas de misiones de combate a lo largo y ancho del Imperio Británico. Por suerte para los ingleses, la RAF era al empezar la Guerra un cuerpo relativamente reducido pero muy preparado y experimentado.

En 1936 la RAF fue reorganizada. Las competencias en aviación naval pasaron de nuevo a la Royal Navy. La RAF fue dividida en tres grandes comandos. El Fighter Command se ocupaba de la aviación de caza y su misión principal era la defensa aérea de las Islas Británicas. El Bomber Command agrupaba a los escuadrones de bombarderos y su principal tarea era dar apoyo al ejército de tierra, aunque más tarde asumió, con mortífero éxito, la misión de bombardear las ciudades alemanas. Por último, el Coastal Command se encargaba de las patrullas sobre el mar y de atacar a las fuerzas navales enemigas.

El caza interceptor Spitfire, destinado a convertirse en el avión británico más famoso de todos los tiempos


En Septiembre de 1939, la RAF contaba on 1751 aviones, agrupados en 40 escuadrillas de caza, 8 de reconocimiento, 57 de bombardeo, 12 de vigilancia costera y 6 de hidroaviones. Cada escuadrilla estaba formada por dos o tres patrullas de 6 aparatos cada una.

A estas cifras hay que sumar las de las fuerzas aéreas de los cuatro Dominios, que operaban teóricamente como cuerpos independientes aunque podían ser puestos bajo mando británico. Más aun, el Programa de Entrenamiento de la Commonwealth permitió a la RAF reclutar, entrenar y utilizar a decenas de pilotos de los Dominios bajo bandera británica, lo cual resultó de tremenda ayuda durante la Batalla de Inglaterra. No hay que olvidar tampoco que conforme la guerra avanzaba y Alemania iba engullendo a toda Europa, docenas de pilotos refugiados de los países ocupados volarían con la RAF: polacos, checos, franceses y holandeses sobre todo.

El bombardero medio Bristol Blenheim



En cuanto a los modelos que utilizaba la RAF en 1939, su principal avión de caza era el Hawker Hurricane, un avión que cuando fue diseñado en 1936 estaba a la vanguardia en cuanto a desarrollo tecnológico, pero que se vería superado por los nuevos modelos alemanes. Por suerte para Gran Bretaña, contaban con el Supermarine Spitfire, sin duda alguna, uno de los mejores aviones de la Segunda Guerra Mundial. Su producción en masa en 1940 salvó a la RAF durante la Batalla de Inglaterra, y desde entonces el Spitfire y sus diferentes versiones se convirtió en la columna vertebral del Fighter Command. En cuanto a bombarderos, la RAF disponía del Vickers Wellington y el Bristol Blenheim, ambos modelos con muy buen rendimiento en combate, pero que se irían quedando anticuados conforme surgían nuevos modelos más grandes y mejor protegidos.


HM´s Armed Forces (II): Royal Navy

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En 1939 Gran Bretaña se podía jactar de seguir “gobernando las olas”. Pese a los fuertes recortes presupuestarios de las dos décadas anteriores, la Royal Navy seguía siendo en 1939 la marina de guerra más potente del mundo en todos los sentidos: tonelaje, número de buques, potencia de fuego y preparación.

Al comenzar la Guerra la Royal Navy tenía un tonelaje de unos 2 millones de toneladas. Contaba con 15 acorazados (más 7 en construcción), 7 portaaviones (más 6 en construcción), 15 cruceros pesados, 50 cruceros ligeros (más 19 en construcción), 191 destructores (más 32 en construcción) y 54 submarinos (con otros 4 en construcción). Solo hay que comparar estas cifras iniciales con las alemanas para hacerse una idea de la superioridad británica en los mares. Los buques en construcción se corresponden tanto con pedidos realizados antes del estallido de la guerra, como con el plan de construcción naval que se puso automáticamente en marcha el mismo día que Reino Unido entró en la contienda.




El acorazado HMS Queen Elizabeth, uno de los buques más modernos de la Royal Navy



Pero el Reino Unido tampoco podía dormirse en los laureles. Los ambiciosos programas de construcción naval puestos en marcha por Estados Unidos y Japón hubieran acabado desbancando a la Royal Navy de su primacía a mediados de los cuarenta sin el concurso de los alemanes. Y no solo en cuanto a tonelaje y número de barcos. A finales de los treinta japoneses y americanos ya estaban trazando las líneas de la futura guerra naval basada en portaaviones, una guerra para la que la Royal Navy, que aun confiaba demasiado en sus acorazados, aun no estaba preparada. Aun más, aunque la Kriegsmarine nunca llegó a ser una amenaza en cuanto a buques de superficie, sus acorazados de bolsillo como el Bismarck o el Graf Spee dieron fuertes quebraderos de cabeza a los británicos.

Pero la principal amenaza a la Royal Navy vino de debajo de las aguas. Desde que se inició la guerra, los submarinos alemanes se lanzaron a una lucha sin cuartel contra el comercio naval británico, del cual dependía su economía. La Batalla del Atlántico Norte resultaría ser una auténtica contienda despiadada, en la que cada bando se enzarzó en una carrera de construcción naval, desarrollo tecnológico y mejoras tácticas como nunca se había visto. Como es sabido fue finalmente la Royal Navy en colaboración con la US Navy la que consiguió imponerse, a costa de fuertes pérdidas, a la Kriegsmarine.

En 1939 el grueso de la Royal Navy estaba distribuido en tres grandes flotas principales. La Home Fleet, con base en la isla escocesa de Scapa Flow, estaba encargada de vigilar el Atlántico Norte y el Mar del Norte, y formaba al inicio de la guerra la flota principal británica, alejada del alcance de cualquier bombardero enemigo. La Channel Force, con base en Portsmouth, dependía organizativamente de la Home Fleet, pero conforme la amenaza alemana de una invasión se fue haciendo cada vez más patente fue recibiendo más y más recursos. Por último, la Mediterranean Fleet, con base en Alejandría, formaba la fuerza naval que debería asegurar la supremacía británica en el Mediterráneo y llevar el peso principal de la lucha en el caso de que Italia entrara en guerra (cosa que pasó).

La Royal Navy de maniobras frente a la base de Scapa Flow. Obsérvese al fondo la enorme bahía donde se encontraban los muelles principales, y que los británicos creían muy segura.


Aparte de estas tres fuerzas principales, la Royal Navy disponía de flotas menores desplegadas por todo el globo. Había flotillas británicas en Norteamérica (Islas Bermudas), el Atlántico Sur (Islas Malvinas y Santa Helena), el Índico (Colombo, en Ceilán) y en el Pacífico (Hong Kong y Singapur). Conforme la situación en Asia se fue complicando hasta estallar, la flota británica del Índico recibió cada vez más recursos para enfrentarse a los japoneses.

Combatiendo junto a la Royal Navy estaban las armadas de los cuatro Dominios del Imperio Británico. Al empezar la guerra contaban con flotas muy pequeñas, pero con el paso de los años fueron construyendo unas armadas relativamente grandes y muy preparadas. Por ejemplo, en 1945 Canadá poseía la tercera marina de guerra del mundo en tonelaje. La Marina Canadiense resultó de gran ayuda en la Batalla del Atlántico, y la Marina Australiana fue indispensable para mantener a raya a los japoneses en el Pacífico sur.


HM´s Armed Forces (I): British Army

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La bandera del Ejército Británico



Entre 1914 y 1918 el Ejército Británico puso en pie de guerra a un enorme ejército de casi nueve millones de hombres desplegados por todo el globo. En 1939 poco quedaba de esa vasta fuerza militar. Los continuos problemas económicos de los años veinte y treinta, la tradicional creencia británica en que la superioridad marítima bastaría para ganar cualquier guerra y la política de apaciguamiento de los gobiernos de los años treinta llevó a descuidar a las fuerzas armadas en general y al ejército en particular hasta niveles ridículos para una potencia de la importancia del Reino Unido.

El servicio militar obligatorio había sido derogado al finalizar la Gran Guerra, y durante los veinte años siguientes los efectivos del Ejército Británico no habían hecho más que disminuir. En Agosto de 1939, oficialmente, el Ejército Británico propiamente dicho (Regular Army) contaba únicamente con 240.000 hombres, de los cuales 100.000 estaban desplegados en las colonias. Era un ejército profesional, muy bien entrenado pero pésimamente equipado, y más pensado para actuar como fuerza policial en las colonias que como fuerza de combate. Este pequeño ejército estaba agrupado en cinco divisiones de infantería, una división blindada y tres brigadas independientes. Apoyando al Ejército Británico estaba el Ejército Territorial (Territorial Army), una especie de fuerza de reserva, similar a la actual Guardia Nacional de EE.UU. Los miembros de Territorial Army eran civiles que recibían un entrenamiento básico y en caso de emergencia eran llamados a filas. El entrenamiento y el equipo de estos soldados territoriales dejaba muchísimo que desear, pero formaba una fuerza de reserva considerable, con unos 200.000 hombres.

A estas fuerzas había que sumar los 45.000 soldados coloniales reclutados en las posesiones del Imperio Británico, muy desigualmente entrenados y distribuidos. En la India, joya del Imperio, el Royal Indian Army podía poner, siempre en teoría, en pie de guerra a 400.000 hombres, entre las unidades allí desplegadas del Regular Army y los indígenas. Además, estaban los ejércitos de los Dominios del Imperio Británico (Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica), que aunque funcionaban como ejércitos nacionales, en caso de necesidad podrían ser (y de hecho fueron) puestos bajo mando británico. En 1939 los ejércitos de estos cuatro estados sumaban tan solo 15.000 hombres, aunque sus milicias locales encuadraban a 320.000 más, aunque de muy dudosa capacidad militar.

El equipamiento del Ejército Británico dejaba mucho que desear en 1939, y eso sin contar el del Territorial Army, que era, sin paliativos, un auténtico desastre. El soldado del Regular Army contaba como arma principal el fusil Lee Enfield Nº4, un arma bastante buena que empezó a fabricarse en 1896 y que aun hoy se utiliza en algunos conflictos en el Tercer Mundo. Fiel a su tradición castrense, el soldado de infantería inglés recibía un fuerte entrenamiento en cuanto a puntería y cadencia de tiro.


En cuanto a subfusiles, el panorama era mucho peor. En los años treinta se compraron en Estados Unidos submatrelladoras Thompson, el arma típica de las películas de gángsteres. Era un arma muy adecuada para robar bancos, pero que en combate se convertía más en un estorbo que en otra cosa. Por ello, rápidamente se intentó sustituir con el Sten, mucho más ligera, barata y fabricada en Inglaterra. El Sten, aun siendo mucho mejor que la Thompson, daría muchos problemas, especialmente durante los combates en el desierto.

En cuanto a las ametralladoras, en 1939 se usaba la Vickers 303 enfriada por agua, una antigualla procedente de la Gran Guerra y que mató a más alemanes de risa que por balas. Más adelante, se tomó como modelo al ametralladora checoslovaca ZB26, mejorándose el diseño y dando como resultado la Bren, una magnífica arma.

La artillería era otro de los puntos débiles del Ejército Británico de 1939. El cañón más usado era el modelo de 6 libras procedente de la Gran Guerra, una pieza totalmente anticuada e inoperante. En cuanto fue posible, fue sustituido por el mucho más eficaz cañón de 5 pulgadas y media. Aun así, la producción de cañones nunca llegó a satisfacer por completo la demanda del ejército, y hubo siempre cierta escasez de cañones en los frentes británicos. En cuanto a los antiaéreos, Gran Bretaña usaba el genial modelo sueco Bofors, construido bajo licencia, aunque al empezar la Guerra apenas se contaba con un puñado. Más aun, en 1941 y con Inglaterra aun bajo la amenaza de los ataques aéreos, solo había 500 disponibles en todo el Imperio. La artillería anticarro brillaba por su ausencia.

Churchill se lamentaría al llegar al gobierno que Gran Bretaña, el país donde había nacido el carro de combate, no contaba ni con una sola división de blindados digna de ese nombre. En teoría, en 1939 el ejército contaba con una división acorazada, pero la realidad es que apenas se podía hablar de dos regimientos de carros, equipados con modelos ya claramente obsoletos. Los principales modelos eran el Vickers Mark II y el Carden Loyd de 1.7 toneladas, este último una auto ametralladora sin ni siquiera cañón. Su desastroso rendimiento en combate obligó al desarrollo rápido del A-15 Crusader y el Churchill. Aunque estos modelos estaban más cercanos a lo que debería ser un tanque, no entrarían en servicio hasta finales de 1940, y aun así tendrían un rendimiento en combate muy inferior al de los carros alemanes. Además, los oficiales ingleses se habían mantenido totalmente al margen de las nuevas corrientes de pensamiento militar que corrían por Europa. Hasta que la Blitzkrieg no se demostró en todo su poderío, los tanques debían, en opinión británica, servir únicamente como apoyo a la infantería.

En conclusión, el ejército británico de 1939 era una fuerza totalmente incapacitada para enfrentarse a la acometida que Europa iba a sufrir. Unos meses antes del inicio de las hostilidades, el 27 de Abril de 1939, fue reinstaurado el servicio militar. Aunque rápidamente se reclutaron a 35.000 hombres, el entrenamiento y el equipamiento que recibieron fueron muy deficientes. Durante los tres primeros años de guerra, la multitud de frentes que el Imperio Británico se vio obligado a cubrir convirtió que el reclutamiento fuera casi improvisado y conforme se formaban nuevas unidades se enviaban al campo de batalla. Aun más, la llegada a filas de cada vez más ciudadanos-soldado movilizados provocó fuertes prejuicios contra los militares profesionales, cuya prestigio había quedado muy dañado por la Primera Guerra Mundial y los desastres de 1939-1941. A ello había que sumar las asfixiantes tradiciones clasistas de otras unidades, que ahogaban cualquier nuevo concepto. El Ejército Británico tenía por tanto enormes problemas al inicio de la guerra, pero la moral de su pueblo y sus soldados, el claro liderazgo de Churchill y la oportuna ayuda americana contribuyeron forjar las premisas de la futura victoria.

Wehrmacht (y IV): Kriegsmarine

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La bandera de batalla de la Kriegsmarine


Al término de la Gran Guerra, la Marina de Guerra Alemana fue, literalmente, barrida del mapa. Pese a no haber sido vencida en combate, los términos del Tratado de Versalles estipularon la entrega de todos sus buques y la prohibición de construir otros nuevos. La Marina Imperial Alemana fue trasladada a Escocia, pero los marineros alemanes prefirieron hundir ellos mismos sus barcos que entregarlos a ingleses o franceses. Fue el final de la Marina que Alemania había creado con tanto esmero las cuatro décadas anteriores.

El III Reich por tanto tuvo que empezar prácticamente desde cero. En 1935 se firmó un acuerdo con Gran Bretaña por la que Alemania recibía el visto bueno inglés para reconstruir su flota siempre que esta no superara el 35% del tonelaje británico. Inmediatamente se puso en marcha un plan de construcción naval, si bien la construcción de algunos navíos se había iniciado mucho antes. Había nacido la Kriegsmarine (marina de guerra), puesta al mando del Almirante Erich Raeder.

Mucho se discutió durante los años anteriores a la guerra sobre el modelo de flota que Alemania necesitaba. Los sectores más avanzados de la Kriegsmarine sostenían que lo mejor sería una flota basada en submarinos, que habían sufrido tremendos avances tecnológicos desde el final de la Primera Guerra Mundial. Con estos se esperaba realizar una guerra comercial, hundiendo los mercantes enemigos y provocando el colapso económico de la potencia enemiga (evidentemente y pese a la firma del tratado, Inglaterra era considerada el enemigo potencial). Sin embargo, los oficiales más tradicionales impusieron su punto de vista: había que construir una marina basada en grandes buques de superficie capaces de enfrentarse con cualquier navío británico o francés. A comienzos de 1939 fue aprobado el Plan Z, un ambicioso plan de construcción naval que habría convertido en 1946 a la Kriegsmarine en una de las flotas más poderosas del mundo. El inicio de la guerra en Septiembre marcó el final del Plan Z.

En Septiembre de 1939 Alemania contaba con seis acorazados, doce cruceros de diverso tonelaje, 21 destructores y 57 submarinos (U-Boot). Previendo que las hostilidades iban a comenzar de inmediato, Alemania hizo zarpar durante Agosto hasta 22 buques (la mayoría submarinos) para que se colocaran en las principales rutas de transporte marítimo y las interrumpieran. El desarrollo de la guerra demostró que Alemania no contaba con una flota lo suficientemente grande como para competir con los aliados, y que los grandes buques de superficie se estaban quedando anticuados ante la nueva guerra naval basada en aviones y submarinos.

El acorazado KMS Bismarck, uno de los buques más famosos de la Kriegsmarine


Aun así, en esos momentos Alemania contaba con los tres excelentes “acorazados de bolsillo”, unos buques que por tonelaje se correspondían con cruceros pesados, pero que llevaban a bordo el armamento de todo un acorazado. Unas excelentes piezas de ingeniería alemana, que permitía a la Kriegsmarine cumplir con las limitaciones a su tonelaje sin perder potencia de fuego. Junto a estos tres acorazados de bolsillo (Deutschland, Admiral Scheer y Admiral Graf Spee), estaban los mucho mayores acorazados de la clase Scharnhorst (Scharnhorst y Gneisenau) y los de la clase Bismarck (Bismarck y Tirpitz), buques que muchos dolores de cabeza producirían a los ingleses.


Tras los primeros meses de guerra, Alemania se concentró en la construcción de submarinos. Puesta bajo el mando del Almirante Doenitz, el arma submarina alemana consiguió tremendas victorias y estuvo a punto de ahogar económicamente a Inglaterra. Fue finalmente el desarrollo tecnológico aliado, la intervención de la Armada Estadounidense en el Atlántico y las contradictorias directrices de Hitler lo que acabó imponiendo la victoria aliada en las frías aguas del Atlántico. Por cierto, Doenitz se convertiría en Comandante de toda la Kriegsmarine en 1943, y acabaría su carrera como el último Jefe de Estado del Reich entre el 30 de Abril y el 22 de Mayo de 1945.

Wehrmacht (III): Luftwaffe

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Banderín oficial de la Luftwaffe (1941-1945)


El Tratado de Versalles de 1919 prohibía expresamente a Alemania mantener una fuerza aérea, pero al igual que otras limitaciones del Tratado, los alemanes se las ingeniaron para burlarlas. Durante los años veinte y hasta 1935 existió una sección de aviación dentro del Reichswehr republicano, sección que era mantenida de manera secreta y que no aparecía en ningún organigrama oficial. Los pilotos de esta sección oficialmente trabajaban para líneas civiles aéreas, si bien recibían entrenamiento militar y, más aun, formación de combate en la Unión Soviética.

En 1935 y en el marco de la remilitarización de Alemania, Hitler ordena la creación de un arma aérea, la Luftwaffe, la cual se convertiría en uno de los cuerpos militares alemanes más famosos de todos los tiempos. Al frente de la Luftwaffe se puso a Hermann Göring, uno de los jerarcas nazis más importante y veterano piloto de la Primera Guerra Mundial. Göring sería un jefe que dejaría mucho que desear, pues si bien su gestión en periodo de paz permitió la rápida creación de una extraordinaria fuerza aérea, su mando durante la Guerra fue funesto, arriesgando a la Luftwaffe en misiones imposibles e introduciendo un ambiente de corrupción generalizada.

La Guerra Civil Española permitió a la Luftwaffe poner a prueba a sus pilotos y sus aviones. Por la Legión Cóndor, el cuerpo expedicionario que Alemania envió en apoyo a los nacionales, pasaron aviones y pilotos, ganando una tremenda y utilísima experiencia. Futuros ases alemanes como Mölders, Galland, Sperrle o Ritter pasaron por sus filas. La experiencia de la Legión Cóndor permitió poner al día las tácticas y las doctrinas de la guerra en el aire, y Alemania obtuvo una experiencia militar que ningún otro país de Europa poseía en 1939.

En cuanto a los aparatos y a las especificaciones técnicas, no es mi intención hacer un listado que convierta en excesivamente aburrido el artículo, así que colocaré los principales aparatos de la Luftwaffe de 1939 con enlaces a wikipedia donde se pueden consultar las especificaciones técnicas.

Como principal aparato de caza, la Luftwaffe utilizaba el Messerchsmitt Bf-109, un excelente avión de caza solo superado por el británico Sptifire durante los primeros años de guerra. Complementando al anterior, se encontraba el bimotor Bf-110, cuyo rendimiento en combate fue mucho menor de lo esperado en Polonia y Francia. Años más tarde, demostró ser un aceptable caza nocturno y fue utilizado en misiones nocturnas de defensa aérea de las ciudades alemanas. Entre ambos tipos, la Luftwaffe contaba con 440 aparatos en Septiembre de 1939.

Messerschmitt Bf-109

Como fuerza de bombardeo, Alemania contaba con dos modelos: el Do-17 y el He-111. El Do-17 había sido desarrollado en principio como avión de uso civil, pero a mediados de los años treinta fue transformado en un bombardero ligero, y fue probado con éxito en España. El avión era muy adecuado para las misiones rápidas que exigía la Blitzkrieg, pero su limitado alcance y sus escasas defensas provocaron fuertes bajas durante la Batalla de Inglaterra. El He-111 era un bombardero más pesado, con mayores defensas, blindaje y carga de combate. Aunque también sufrió fuertes pérdidas en la Batalla de Inglaterra, se mantuvo en servicio hasta el final de la Guerra. En 1939 la Luftwaffe contaba con unos 800 He-111. En Septiembre de 1939 empezaron a entrar en servicio los primeros Ju-88, pero su producción no sería masiva hasta varios meses más tarde.

Bonita ilustración de un He-111


La Luftwaffe mantenía en 1939 numerosos aviones de diverso tipo, pero uno de ellos alcanzaría fama mundial: el Ju-87 Stuka. El Stuka fue el fruto de largas investigaciones y pruebas que venían ya desde la Primera Guerra Mundial. El resultado final vio la luz en 1936: un avión ligero y relativamente barato, capaz de realizar misiones de bombardeo en picado, ideales para los requerimientos de la Blitzkrieg. Aunque en unos primeros momentos no fueron pocos los altos cargos alemanes que vieron al Stuka con escepticismo, su uso en España resultó muy satisfactorio. Su empleo de forma masiva en las campañas de Polonia y Francia contribuyó a labrarle una reputación como uno de los aviones más temidos, en especial por el sonido ululante que realizaba durante el picado y que era conocido como la “Trompeta de Jericó”.

Escuadrón de Stukas


En definitiva, la Luftwaffe era en Septiembre de 1939 la fuerza aérea más potente del mundo. En esos momentos contaba con 1.179 cazas y 1.516 bombarderos, más que cualquier otro país, y casi tantos como Francia e Inglaterra juntos. A ello había que sumar la experiencia de combate obtenida en España y el uso de tácticas totalmente novedosas que dejarían confundidos durante mucho tiempo a sus adversarios.

Wehrmacht (II): Heer

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La Balkenkreuz, el emblema de las unidades militares alemanas



Como es lógico, el Heer o Ejército de Tierra, era la espina dorsal de la Wehrmacht, y como tal, se llevaba la parte del león de los recursos militares. Desde que en 1935 fuera reactivado el servicio militar obligatorio, las cifras de efectivos crecieron desde los 100.000 hombres de 1934 al 1.600.000 de Agosto de 1939. También el Heer se había beneficiado de muchos de los numerosos y ambiciosos programas armamentísticos puestos en marcha por el gobierno nazi con la colaboración de los trusts industriales.

Organizativamente, y solo en teoría, el Heer dependía del OKW, pero lo cierto es que creó su propio mando independiente, el OKH. Durante toda la guerra, la coordinación entre las diversas ramas militares alemanas fue, sin lugar a dudas, un desastre. Entre 1938 y finales de 1941 el comandante del OKH fue Walther von Brauchitsch, quien desde ese cargo vería las grandes victorias de la Wehrmacht durante los dos primeros años de contienda.

En teoría, en tiempo de paz el Heer contaba con 600.000 hombres encuadrados en 51 divisiones. En caso de guerra, esos números debían de duplicarse a través de la movilización general. Lo cierto es que en Agosto de 1939, cuando la guerra era ya inminente, el Heer contaba ya con 1.600.000 hombres, encuadrados en 80 divisiones (62 de infantería, 4 de montaña, 6 panzer, 4 mecanizadas y 4 motorizadas). Ocho meses más tarde, contaba con 2.500.000 soldados en 137 divisiones.

En teoría, la división típica alemana de 1939 encuadraba a tres regimientos de la misma arma, un regimiento de artillería ligera, uno o varios grupos de artillería pesada, un batallón de ingenieros y unidades complementarias de Cazadores de carros, de Transportes, de Exploración, de Sanidad e Intendencia. Cada regimiento de infantería se componía, a su vez, de la Plana Mayor, una Sección de Transmisiones, una Sección montada, una Sección de Ingenieros, tres batallones (a base de tres compañías de fusiles y una de ametralladoras), una compañía de artillería de acompañamiento, otra de defensa contra carros y una columna ligera de municiones (según Priego-López). Rara vez se verían estos efectivos completos, no solo en la Wehrmacht, sino en todos los contendientes.

En cuanto al material, el soldado de infantería alemán de 1939 usaba el fusil Mauser K98, una excelente arma que fue producida durante toda la contienda y usada por los países del Eje y otros durante y después de la guerra. El subfusil MP-38 había empezado a recibirse al empezar la guerra, y no fue usado masivamente hasta meses más tarde. En cuanto a las ametralladoras, la más usual en las filas alemanas era la MG-34. Habría que esperar hasta 1942 para que se adoptara la MG-42, la mejor ametralladora de todos los tiempos. En 1939 y siempre en teoría, la división alemana de infantería poseía 735 ametralladoras.

En cuanto a la defensa anticarro, los alemanes usaban el cañón Pak-36 de 37 mm., agrupados en compañías (una por regimiento) de 12 cañones cada una. Complementariamente, el soldado alemán podía utilizar el rifle anticarro Panzerbusche 38/39, capaz de perforar 30 mm. de blindaje. Aun habría que esperar al famosísimo Panzerfaust.

En cuanto a la artillería, era uno de los campos en los que los alemanes se sentían más orgullosos. Las factorías Krupp de cañones eran aun motivo de orgullo nacional. La pieza de artillería más usada era el leFH-18 de 105 mm., aunque también se disponían de piezas más pesadas de 155 mm. En cuanto a los antiaéreos, en 1939 ni ellos mismos lo sabían, pero los alemanes ya contaban con el magnífico Flak-88 de 88 mm., una de los mejores piezas producidas durante la Guerra, y que más adelante sería utilizado como cañón contracarro con óptimos resultados.

Como ya expuse en el post anterior, las actitudes de la oficialidad germana llevó a desdeñar las labores de logística. Sin duda, ese fue el principal problema alemán durante los primeros años de guerra, y a punto estuvo de costarles alguna que otra victoria. Hasta bien entrado 1942 el principal medio de transporte para enviar municiones y suministros al frente era la carreta de caballos, lo cual era todo un impedimento en la época de los blindados. El servicio ferroviario alemán resultó ser un desastre organizativo, a lo que hay que sumar los sabotajes de los diversos grupos partisanos, los problemas con las vías de suministros locales (sobre todo en Rusia) y en los dos últimos años de guerra los ataques aéreos contra las vías de comunicación en Alemania.

Hay que hacer especial mención a las fuerzas acorazadas alemanas, las famosas Panzertruppen. A nivel técnico, los carros alemanes de 1939 no eran muy diferentes del de otros países europeos. La espina dorsal de las unidades panzer las conformaban los modelos PzKpfw I y PzKpfw II (a partir de ahora, sencillamente Panzer I y Panzer II). Estos dos modelos conformaban las tres cuartas partes de los tanques alemanes de 1939.

El Panzer I había sido diseñado según las doctrinas de antes de Guderian: el carro blindado tenía como misión principal destruir a la infantería enemiga. Por ello, el Panzer I fue equipado únicamente con dos ametralladoras pesadas de 7,92 mm. Fue durante la Guerra Civil Española cuando se comprobó que la principal preocupación de un tanque no era la infantería sino otros tanques. Los Panzer I empleados por el bando nacional sufrieron fuertes pérdidas frente a los T-26 soviéticos del bando republicano. Aun así, el Panzer I se utilizó en combate entre 1939 y 1940 y como carro de entrenamiento posteriormente.



Las experiencias de la Guerra Civil y los requerimientos de las nuevas doctrinas de la Blitzkrieg llevaron al desarrollo del Panzer II, equipado con un cañón de 20 mm., capaz de enfrentarse con cualquier tanque de la época. En Septiembre de 1939 había 1.223 ejemplares de Panzer II en servicio, un número muy similar al de Panzer I.



Ya desarrollados pero aun no fabricados en masa, estaban los Panzer III y los Panzer IV. El Panzer III sería utilizado masivamente en la campaña de Francia de 1940 y se convertiría en la punta de lanza de las divisiones panzer hasta 1942. Junto a estos carros había otros como los carros checos PzKpfw 35(t) y PzKpfw 38(t), de tipo ligero y que, irónicamente, serían usados en Normandía en una fecha tan posterior como 1944.

Técnicamente, estos carros eran muy similares a los de sus contrapartes. La auténtica ventaja alemana en estos primeros momentos de guerra vino dada por el entrenamiento superior y las innovaciones tácticas. Cuando Alemania pudo producir por fin tanques técnicamente muy superiores, la guerra se había transformado en una mera cuestión de números y de capacidad industrial. En 1942 Gran Bretaña produjo 4.000 tanques más que Alemania. Ese mismo año EE.UU. produciría 20.900 más. Aun así, los tanquistas alemanes demostraron superar en capacidad y entrenamiento a sus enemigos durante toda la guerra

Wehrmacht (I): Historia, organización y doctrinas

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Merece la pena repasar brevemente la historia de las Fuerzas Armadas Alemanas desde su derrota en 1918 hasta la llegada de Hitler al poder en 1933. La derrota alemana en la Primera Guerra Mundial supuso un auténtico shock en el Ejército Imperial (Reichswehr). Muchos oficiales consideraron que su patria había sido derrotada en las fábricas y en las calles de la propia Alemania, más que en los campos de batalla. El Tratado de Versalles de 1919 consagró la desmilitarización de Alemania, o al menos en teoría. Alemania derogaría el servicio militar obligatorio, entregaría su flota de guerra, renunciaría a poseer fuerzas blindadas o aéreas y disolvería su influyente Estado Mayor. Para colmo de males, la recién formada República Alemana podría disponer de un ejército profesional, siempre y cuando su número no excediera de los cien mil hombres.

El panorama era desolador en todos los sentidos para los militares alemanes, pero fue precisamente lo dura de la situación lo que abrió las puertas a una serie de reformas que dos décadas más tarde convertirían a las Fuerzas Armadas Alemanas en una magnífica máquina de guerra. Liderado por Hans von Seeckt desde 1920, el Reichswehr inició una transformación radical destinada a profesionalizar a un ejército necesariamente pequeño. Se puso un enorme énfasis en el entrenamiento, tanto de la tropa como de la oficialidad, conservando los viejos valores de la disciplina prusiana. Los acuerdos firmados con la Unión Soviética durante los años veinte permitieron a un gran número de oficiales alemanes entrenarse con carros blindados y aviones en territorio soviético, adquiriendo una gran experiencia que les sería muy útil. Pese a que el Tratado de Versalles lo prohibía expresamente, Von Seeckt creó una especie de Estado Mayor clandestino que mantuvo viva la tradición castrense germánica. Cuando Von Seeckt se retiró de su puesto en 1926, el Reichswehr era un ejército pequeño pero altamente preparado.

En Enero de 1933 Hitler es nombrado Canciller de la República. En los meses siguientes, irá acumulando cargos y abrogándose poderes extraordinarios hasta que en 1934 se nombra Führer (literalmente guía) del Pueblo Alemán, con poderes absolutos sobre el estado y sus ciudadanos. La reforma y potenciación de las fuerzas armadas era uno de los puntos esenciales del ideario político de Hitler y su Partido Nacionalsocialista. Un ejército potente no solo iba a servir para obtener el “espacio vital” (Lebensraum) que Alemania tanto necesitaba, sino que también la inversión pública en el rearme era una excelente manera de mejorar la economía. El aspecto económico del régimen nazi es un punto que no debe ser obviado.

En 1935 la Reichswehr es disuelta, y en su lugar se constituye la Wehrmacht (literalmente, "Fuerzas de Defensa") con Hitler a la cabeza como Comandante en Jefe. Se reinstaura el servicio militar obligatorio y las inversiones militares se disparan. Entre ese año de 1935 y 1939 Alemania gastará 24.000 millones de dólares en su presupuesto de defensa.

Pero el gran cambio organizativo en la Wehrmacht vino en 1938. El descontento de una parte de la oficialidad alemana hacia la política agresiva de Hitler motivó a este para reformar toda la estructura militar. A inicios de ese año, el Ministro de Guerra Werner von Blomberg, y el Comandante de la Wehrmacht, Werner von Fritsch, fueron destituidos de sus cargos. Unos meses más tarde, el sucesor de Fritsch, Ludwig Beck, fue obligado a dimitir.

El Ministerio de Guerra así como numerosos cargos procedentes del antiguo Reichswehr fueron abolidos. En su lugar se creó el Oberkommando der Wehrmacht (Alto Mando de la Wehrmacht), bajo el mando del Mariscal Wilhelm Keitel y con el General Alfred Jodl como Jefe de Estado Mayor. Aunque la idea inicial era convertir al OKW en un mando supremo de todas las fuerzas armadas, la realidad fue distinta. El Ejército de Tierra (Heer), la Fuerza Aérea (Luftwaffe) y la Marina (Kriegsmarine) crearon sus propios altos mandos, y la continua intromisión de Hitler los convirtió en prácticamente independientes. Esta tendencia se aceleró en Diciembre de 1941 cuando el propio Hitler asumió el mando del Heer. Con el paso del tiempo, las competencias del OKW se vieron limitadas al Frente Occidental, mientras que el Oberkommando der Heer (Alto Mando del Ejército de Tierra) dirigía la guerra en el Este. A continuación, un pequeño esquema sobre la estructura de la Wehrmacht(pinchad para verlo más grande).



Esta tremenda reorganización de la Wehrmacht coincidió con la puesta a punto de una serie de profundos cambios doctrinales sobre la manera de hacer la guerra. Como ya se ha dicho, el Reichswehr de los años veinte puso especial hincapié en la profesionalización y la preparación. Eso hizo que la generación de oficiales que inició su carrera con la Primera Guerra Mundial se convirtiera con el paso de los años en una de las mejores generaciones militares de la Historia. Además y dado que la derrota de 1918 había derrumbado todos los prejuicios castrenses alemanes, se animó a los oficiales a innovar y desarrollar nuevas tácticas.

Muchos oficiales contribuyeron a cambiar las doctrinas alemanas, pero uno destaca sobre todo: Heinz Guderian. Veterano de la Gran Guerra, Guderian dedicó buena parte de su carrera militar a desarrollar nuevas tácticas que se adaptaran a los tremendos cambios tecnológicos. Fruto de todo su trabajo fue la publicación en 1937 del libro Achtung Panzer!, obra que marcaría la Historia Militar. Es aquí cuando aparece por primera vez un término que se haría muy conocido: Blitzkrieg. La Guerra Relámpago.



De manera muy resumida (los detalles doctrinales darían para un blog entero), la Blitzkrieg como doctrina sostenía que los medios acorazados y aéreos habían hecho inoperante la guerra de posiciones con defensas estáticas. En su lugar, se proponía el uso masivo de blindados como unidades independientes, que rompieran las líneas enemigas y permitieran el cerco de las unidades contrarias, que luego serían destruidas por la infantería. Esta táctica general tendría que ser apoyada por el arma aérea, encargada de destruir las estructuras de mando enemigas y apoyar el avance blindado, y por una fuerte cobertura artillera que permitiera concentrar el fuego en lo lugares requeridos. En definitiva, una perfecta cooperación entre las diversas armas.

La idea de Blitzkrieg fue criticada por la mayor parte de la vieja oficialidad alemana, pero gustó a Hitler, el cual acabó imponiendo su criterio. Guderian fue ascendido a general y la Wehrmacht adoptó sus doctrinas. Contra la visión tradicional, buena parte de la oficialidad alemana se mantuvo escéptica sobre el uso masivo y autónomo de tanques y aviones.

Una estructura jerárquica, doctrinas modernas, oficiales muy preparados… ¿Dónde estaba la pega de la Wehrmacht? Pues precisamente en el énfasis que se puso en la preparación de sus oficiales, basada en la acción y en la innovación… en el campo de batalla. A lo largo de la Guerra, Alemania contaría con oficiales excepcionales capaces de dirigir a sus hombres en circunstancias muy adversas, pero carecería de una organización logística adecuada. La tónica general para la Wehrmacht sería la falta de suministros y el “desorden” en la retaguardia, ya que esas actividades, alejadas del frente de combate, eran vistas como secundarias o incluso con desdén. Ese era el principal talón de Aquiles de la CASI perfecta máquina de guerra nazi.


El emblema de Keitel como Comandante del OKW

Objetivo de este blog

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Si tuviera que resumir en una palabra el objeto de este blog que estoy a punto de comenzar, lo tendría muy claro: diversión. Parto de esta premisa sencilla, que mi principal motivación para escribir no es ni sentar cátedra ni realizar sesudas investigaciones, sino divertirme aprovechando un tema que me apasiona, e intentar que todos los que me lean disfruten igualmente.

El leit motiv de este blog es evidente con tan solo leer el título. “Diario de la Segunda Guerra Mundial” busca realizar un seguimiento diario de la que fue la contienda más destructiva de la historia de la humanidad. Cada entrada al blog se corresponderá a un día, iniciándose en 1 de Septiembre de este año, coincidiendo que es el 70 aniversario del inicio de la Guerra. La idea original, y hay que reconocer que es lo ideal, sería que cada día se correspondiese con el de hace setenta años. Así, por ejemplo, el 14 de Agosto de 2010, la entrada al blog sería sobre el 14 de Agosto de 1940. Efectivamente, eso sería lo ideal, pero a efectos prácticos es muy complicado de realizar, por las limitaciones de tiempo. Siempre que sea posible actualizaré el blog, a ser posible diariamente, pero lo más probable es que sea de manera semanal.

Otro gran problema con el que me enfrento es sobre el contenido. Será una tarea ardua conseguir un equilibrio entre síntesis y contenido. Es decir, que cada entrada, cada día, tenga el suficiente contenido para que alguien pueda ir siguiendo el desarrollo de la Guerra y resulte interesante, pero que no se haga pesado ni para el lector ni para mí, el autor.

Otra cuestión que me gustaría advertir es la improvisación de la que voy a hacer gala, sobre todo los primeros meses. “Diario de la Segunda Guerra Mundial” nace un poco a la aventura, sin ideas preconcebidas. Conforme vaya pasando el tiempo, me imagino que iré perfilando un estilo más o menos claro, pero mientras tanto, es más que posible que cada entrada no tenga nada que ver con la anterior. Del mismo modo, advierto que mis conocimientos de informática son muy limitados, por lo que nadie espere grandes virguerías de diseño gráfico o cosas así. Intentaré colocar fotos siempre que sea posibles y poco más.

Por último, pero no por ello menos importante, agradecer a compañeros y amigos el apoyo (y espero que la futura colaboración) en este ambicioso proyecto, el cual, espero, se incluya es otro más ilusionante aun sobre nuevas maneras de entender la Historia y su divulgación. Poco más que añadir. En los próximos días iré subiendo algunos artículos sobre las diversas fuerzas armadas que, a partir del 1 de Septiembre, empezarán a enfrentarse.