Martes, 5 de Marzo de 1940

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FINLANDIA: La Guerra de Invierno, como la estación que le da el nombre, se acerca a su final. Hoy en Viipuri, los soviéticos tratan de repetir su intento de ayer de rodear a los defensores finlandeses cruzando las heladas aguas del Báltico. Y al igual que ayer, vuelven a fracasar. En el aire, hoy se produce el mayor ataque aéreo de la guerra contra Helsinki, la capital finlandesa. Docenas de aviones soviéticos se lanzan contra Helsinki; los pocos aparatos de caza que les quedan a los finlandeses tratan de hacerles frente en un sacrificio final. Todos son derribados. La capital finlandesa es duramente bombardeada.



Pero más que los sucesos militares, el día de hoy reviste importancia en cuanto a la diplomacia. El gobierno soviético anuncia que aunque las condiciones presentadas el mes pasado a Finlandia expiraban el día 1 de Marzo, aun está dispuesto a negociar en base a estas. Tras el bombardeo de Helsinki, con los rusos prácticamente ocupando Viipuri y con el ejército finlandés a todas luces militarmente derrotado, el gobierno de Finlandia decide que ya no puede más. Las promesas echas por franceses e ingleses los últimos días o son meras declaraciones de intenciones, o son a todas luces irrealizables; Finlandia está más sola que nunca. El gabinete decide aceptar las condiciones soviéticas y poner fin a la contienda. Mañana el Mariscal Mannerheim, comandante en jefe finlandés, será consultado, aunque es un mero trámite: el veterano mariscal sabe mejor que nadie que su país está exhausto. A la Guerra de Invierno le quedan ya pocos días.


LONDRES: El Gabinete de Guerra aprueba la concesión a Finlandia de un préstamo de trescientos millones de libras a un 3% de interés para sufragar sus gastos bélicos. Al mismo tiempo, el gobierno canadiense anuncia la partida de mil voluntarios para el pequeño país nórdico. A estas alturas, estas ayudas sirven ya de poco.

1 comentarios:

Cayetano dijo...

El bombardeo de Helsinki viene a ser como el postre, la fiesta de despedida de los rusos para negociar de forma ventajosa el final de la guerra.
El préstamo británico parece que llega algo tarde.

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