Miércoles, 13 de Marzo de 1940

MOSCÚ: A la una de la madrugada del 12 al 13, la delegación finlandesa firma en Moscú el tratado por el que se pondrá fin a la Guerra de Invierno. Según el Tratado de Moscú, Finlandia entregará a la Unión Soviética la región de Carelia al completo, incluyendo el norte del Ladoga y la ciudad de Viipuri, una franja de terreno en Salla y el pequeño pero estratégico enclave de la península de Rybachi. Además, los finlandeses entregarán las islas situadas en el golfo de Finlandia, y permitirán a la Unión Soviética instalar una base militar en Hanko, al oeste de Helsinki. (El texto completo del tratado se puede leer aquí). Aunque a simple vista parezca que las pérdidas territoriales no son excesivas, en realidad el Tratado de Moscú es un desastre para una Finlandia que lo ha dado todo en una guerra desigual. Militarmente, los finlandeses pierden el magnífico sistema defensivo del Istmo de Carelia, que tantos problemas dio a los rusos en la guerra. Económicamente, la situación es mucho peor: Finlandia pierde algunas de sus zonas industriales más importantes, un tercio de su producción de energía hidroeléctrica, un 10% de su superficie cultivada y, muy importante, el 15% de su industria maderera. Más aún, el 80% de la benzina producida en Finlandia, un componente esencial para la fabricación de explosivos y una importante exportación finesa, cae en manos soviéticas. Demográficamente, Finlandia debe entregar un territorio en el que viven 450.000 de sus ciudadanos, incluyendo la ciudad de Viipuri, la segunda más grande del país. Estos 450.000 finlandeses (un 12% de la población total) preferirán ser evacuados a Finlandia que permanecer bajo el yugo soviético. Tras la firma del Tratado, el ministro de exteriores Molotov, realizará unas irónicas declaraciones declarando que no hay motivo para que la URSS y Finlandia no mantengan a partir de ahora unas relaciones amistosas.

FINLANDIA: El Tratado firmado a la 1 de la madrugada no entrará en vigor hasta las 11 de la mañana. Mientras la población civil se despierta para descubrir la humillante paz que su país se ha visto obligado a aceptar, los militares aprovechan estas últimas horas de guerra. La orden que se da a todas las unidades es matar a tantos rusos sea posible antes de las 11 de la mañana. Y finalmente, cuando llega esa hora, las armas enmudecen. La guerra ha terminado. Y como en todas las guerras, hay vencedores y vencidos, aunque en esta ocasión, son los vencidos los que han demostrado mayor pericia y valentía. A lo largo de los tres meses y medio de conflicto, el pequeño ejército finlandés ha infligido a las superiores fuerzas soviéticas: 126.875 muertos, 188.671 heridos graves, 5.572 prisioneros (los cuales según los términos de la paz serán liberados aunque la mayoría serán posteriormente ejecutados a manos del NKVD), y ha destruido 3.573 tanques y transportes de tropas y entre 261 y 515 aviones. Por el contrario, los finlandeses han sufrido 25.504 muertos, 43.557 heridos, unos mil prisioneros, y han perdido 62 aviones y unos veinte tanques. A estas cifras hay que sumar 957 civiles muertos durante los ataques aéreos soviéticos y una cifra de civiles que aun no se conoce.

La paz es por tanto tremendamente amarga para el pueblo finlandés. La sensación general es que sus ejércitos, muy superiores a los rusos en el campo de batalla, han sido derrotados por la falta de ayuda exterior. En ese sentido, las iras del pueblo finlandés se irá concentrando en las próximas semanas hacia Francia e Inglaterra, más ocupadas en sacar ventajas estratégicas que ayudar a Finlandia, y Suecia y Noruega, consideradas cobardes por abandonar las ya de por sí escasa ayuda que prestaban en cuanto los soviéticos se impusieron militarmente. La paz, nos obstante, es vista como un mero alto el fuego. Pese a las grandes pérdidas sufridas, el pueblo finlandés parece convencido que la reanudación de las hostilidades, ya sea por que los soviéticos traten de ocupar lo que queda de Finlandia o porque ellos mismos traten de recuperar el territorio perdido, es cuestión de tiempo. El inevitable giro finlandés hacia Alemania ha comenzado. Tampoco en la Unión Soviética resulta la Guerra de Invierno un trago precisamente dulce. La victoria se ha conseguido finalmente, si, pero a unos costes exageradamente grandes. La falta de preparación, de equipo y de entrenamiento del Ejército Rojo se ha hecho patente ante todo el mundo. El prestigio de la URSS ha quedado seriamente dañado ante la comunidad internacional y ahora es contemplada como una potencia militar de tercera. Aun así, las necesarias reformas del Ejército Rojo van a tardar en llegar. Pese a las peticiones de oficiales competentes como Timoshenko, Stalin y su camarilla se complacerán con mantener las cosas como estaban.

El frente en el Istmo hoy mismo. Pese a no haber sido capaces de conquistar Viipuri, a las 17:30, la bandera soviética empezó a ondear en el castillo de Vyborg.

LONDRES: Por motivos evidentes, en cuanto la noticia de la firma del Tratado de Moscú llega a Inglaterra, el gabinete suspende la expedición planeada para el día 15 hacia el puerto de Narvik. La opinión pública británica, que ha seguido apasionadamente la Guerra de Invierno, se muestra abatida y un tanto desconcertada. De inmediato comienzan las peticiones de responsabilidad. Durante la tarde, Leslie Hore-Belisha, antiguo Secretario de Guerra y diputado conservador, increpa al Premier Chamberlain en la Cámara de los Comunes y exige un debate completo sobre la falta de ayuda real a Finlandia. Chamberlain responde, de manera algo confusa, que el Reino Unido ha dado toda la ayuda posible a la causa finesa. En otro orden de cosas, Sir Michael O’Dwyer, antiguo gobernador británico del Punjab, es asesinado en Londres por un nacionalista indio llamado Udham Singh.

MAR DEL NORTE: El U-44, del capitán Ludwig Mathes, es hundido por las cargas de profundidad lanzadas por los destructores HMS Express, HMS Esk, HMS Icarus y HMS Impulsive. Los 42 tripulantes mueren. El U-44 había hundido ocho buques con un tonelaje de 30.885 toneladas.