HM´s Armed Forces (II): Royal Navy

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En 1939 Gran Bretaña se podía jactar de seguir “gobernando las olas”. Pese a los fuertes recortes presupuestarios de las dos décadas anteriores, la Royal Navy seguía siendo en 1939 la marina de guerra más potente del mundo en todos los sentidos: tonelaje, número de buques, potencia de fuego y preparación.

Al comenzar la Guerra la Royal Navy tenía un tonelaje de unos 2 millones de toneladas. Contaba con 15 acorazados (más 7 en construcción), 7 portaaviones (más 6 en construcción), 15 cruceros pesados, 50 cruceros ligeros (más 19 en construcción), 191 destructores (más 32 en construcción) y 54 submarinos (con otros 4 en construcción). Solo hay que comparar estas cifras iniciales con las alemanas para hacerse una idea de la superioridad británica en los mares. Los buques en construcción se corresponden tanto con pedidos realizados antes del estallido de la guerra, como con el plan de construcción naval que se puso automáticamente en marcha el mismo día que Reino Unido entró en la contienda.




El acorazado HMS Queen Elizabeth, uno de los buques más modernos de la Royal Navy



Pero el Reino Unido tampoco podía dormirse en los laureles. Los ambiciosos programas de construcción naval puestos en marcha por Estados Unidos y Japón hubieran acabado desbancando a la Royal Navy de su primacía a mediados de los cuarenta sin el concurso de los alemanes. Y no solo en cuanto a tonelaje y número de barcos. A finales de los treinta japoneses y americanos ya estaban trazando las líneas de la futura guerra naval basada en portaaviones, una guerra para la que la Royal Navy, que aun confiaba demasiado en sus acorazados, aun no estaba preparada. Aun más, aunque la Kriegsmarine nunca llegó a ser una amenaza en cuanto a buques de superficie, sus acorazados de bolsillo como el Bismarck o el Graf Spee dieron fuertes quebraderos de cabeza a los británicos.

Pero la principal amenaza a la Royal Navy vino de debajo de las aguas. Desde que se inició la guerra, los submarinos alemanes se lanzaron a una lucha sin cuartel contra el comercio naval británico, del cual dependía su economía. La Batalla del Atlántico Norte resultaría ser una auténtica contienda despiadada, en la que cada bando se enzarzó en una carrera de construcción naval, desarrollo tecnológico y mejoras tácticas como nunca se había visto. Como es sabido fue finalmente la Royal Navy en colaboración con la US Navy la que consiguió imponerse, a costa de fuertes pérdidas, a la Kriegsmarine.

En 1939 el grueso de la Royal Navy estaba distribuido en tres grandes flotas principales. La Home Fleet, con base en la isla escocesa de Scapa Flow, estaba encargada de vigilar el Atlántico Norte y el Mar del Norte, y formaba al inicio de la guerra la flota principal británica, alejada del alcance de cualquier bombardero enemigo. La Channel Force, con base en Portsmouth, dependía organizativamente de la Home Fleet, pero conforme la amenaza alemana de una invasión se fue haciendo cada vez más patente fue recibiendo más y más recursos. Por último, la Mediterranean Fleet, con base en Alejandría, formaba la fuerza naval que debería asegurar la supremacía británica en el Mediterráneo y llevar el peso principal de la lucha en el caso de que Italia entrara en guerra (cosa que pasó).

La Royal Navy de maniobras frente a la base de Scapa Flow. Obsérvese al fondo la enorme bahía donde se encontraban los muelles principales, y que los británicos creían muy segura.


Aparte de estas tres fuerzas principales, la Royal Navy disponía de flotas menores desplegadas por todo el globo. Había flotillas británicas en Norteamérica (Islas Bermudas), el Atlántico Sur (Islas Malvinas y Santa Helena), el Índico (Colombo, en Ceilán) y en el Pacífico (Hong Kong y Singapur). Conforme la situación en Asia se fue complicando hasta estallar, la flota británica del Índico recibió cada vez más recursos para enfrentarse a los japoneses.

Combatiendo junto a la Royal Navy estaban las armadas de los cuatro Dominios del Imperio Británico. Al empezar la guerra contaban con flotas muy pequeñas, pero con el paso de los años fueron construyendo unas armadas relativamente grandes y muy preparadas. Por ejemplo, en 1945 Canadá poseía la tercera marina de guerra del mundo en tonelaje. La Marina Canadiense resultó de gran ayuda en la Batalla del Atlántico, y la Marina Australiana fue indispensable para mantener a raya a los japoneses en el Pacífico sur.


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