Wehrmacht (y IV): Kriegsmarine

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La bandera de batalla de la Kriegsmarine


Al término de la Gran Guerra, la Marina de Guerra Alemana fue, literalmente, barrida del mapa. Pese a no haber sido vencida en combate, los términos del Tratado de Versalles estipularon la entrega de todos sus buques y la prohibición de construir otros nuevos. La Marina Imperial Alemana fue trasladada a Escocia, pero los marineros alemanes prefirieron hundir ellos mismos sus barcos que entregarlos a ingleses o franceses. Fue el final de la Marina que Alemania había creado con tanto esmero las cuatro décadas anteriores.

El III Reich por tanto tuvo que empezar prácticamente desde cero. En 1935 se firmó un acuerdo con Gran Bretaña por la que Alemania recibía el visto bueno inglés para reconstruir su flota siempre que esta no superara el 35% del tonelaje británico. Inmediatamente se puso en marcha un plan de construcción naval, si bien la construcción de algunos navíos se había iniciado mucho antes. Había nacido la Kriegsmarine (marina de guerra), puesta al mando del Almirante Erich Raeder.

Mucho se discutió durante los años anteriores a la guerra sobre el modelo de flota que Alemania necesitaba. Los sectores más avanzados de la Kriegsmarine sostenían que lo mejor sería una flota basada en submarinos, que habían sufrido tremendos avances tecnológicos desde el final de la Primera Guerra Mundial. Con estos se esperaba realizar una guerra comercial, hundiendo los mercantes enemigos y provocando el colapso económico de la potencia enemiga (evidentemente y pese a la firma del tratado, Inglaterra era considerada el enemigo potencial). Sin embargo, los oficiales más tradicionales impusieron su punto de vista: había que construir una marina basada en grandes buques de superficie capaces de enfrentarse con cualquier navío británico o francés. A comienzos de 1939 fue aprobado el Plan Z, un ambicioso plan de construcción naval que habría convertido en 1946 a la Kriegsmarine en una de las flotas más poderosas del mundo. El inicio de la guerra en Septiembre marcó el final del Plan Z.

En Septiembre de 1939 Alemania contaba con seis acorazados, doce cruceros de diverso tonelaje, 21 destructores y 57 submarinos (U-Boot). Previendo que las hostilidades iban a comenzar de inmediato, Alemania hizo zarpar durante Agosto hasta 22 buques (la mayoría submarinos) para que se colocaran en las principales rutas de transporte marítimo y las interrumpieran. El desarrollo de la guerra demostró que Alemania no contaba con una flota lo suficientemente grande como para competir con los aliados, y que los grandes buques de superficie se estaban quedando anticuados ante la nueva guerra naval basada en aviones y submarinos.

El acorazado KMS Bismarck, uno de los buques más famosos de la Kriegsmarine


Aun así, en esos momentos Alemania contaba con los tres excelentes “acorazados de bolsillo”, unos buques que por tonelaje se correspondían con cruceros pesados, pero que llevaban a bordo el armamento de todo un acorazado. Unas excelentes piezas de ingeniería alemana, que permitía a la Kriegsmarine cumplir con las limitaciones a su tonelaje sin perder potencia de fuego. Junto a estos tres acorazados de bolsillo (Deutschland, Admiral Scheer y Admiral Graf Spee), estaban los mucho mayores acorazados de la clase Scharnhorst (Scharnhorst y Gneisenau) y los de la clase Bismarck (Bismarck y Tirpitz), buques que muchos dolores de cabeza producirían a los ingleses.


Tras los primeros meses de guerra, Alemania se concentró en la construcción de submarinos. Puesta bajo el mando del Almirante Doenitz, el arma submarina alemana consiguió tremendas victorias y estuvo a punto de ahogar económicamente a Inglaterra. Fue finalmente el desarrollo tecnológico aliado, la intervención de la Armada Estadounidense en el Atlántico y las contradictorias directrices de Hitler lo que acabó imponiendo la victoria aliada en las frías aguas del Atlántico. Por cierto, Doenitz se convertiría en Comandante de toda la Kriegsmarine en 1943, y acabaría su carrera como el último Jefe de Estado del Reich entre el 30 de Abril y el 22 de Mayo de 1945.

1 comentarios:

padawan dijo...

Hace poco estuve leyendo el libro La caída de los dioses, en el que dedica un buen número de páginas al maltrato de Hitler a la marina de guerra, pese al buen hacer de los submarinos en el Atlántico

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