Miércoles, 8 de Noviembre de 1939

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MUNICH: Un día como hoy de 1923, el joven Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores trató de dar un golpe de estado en Munich, la capital bávara. Tras un enérgico discurso de Hitler en la cervecería Bügerbräukeller, centro neurálgico nazi, docenas de simpatizantes nazis trataron de hacerse con los edificios gubernamentales y dar inicio a una “Revolución Nacional” que se extendería a toda Alemania. Ni los partidos de derecha que gobernaban en Baviera ni el ejército se sumaron a la intentona, y el golpe nazi se saldó con catorce nazis muertos y la detención o huída de los principales líderes incluyendo a Hitler. Desde entonces, cada año el Partido hace un acto solemne en la Bürgerbräukeller, donde Hitler pronuncia un emotivo discurso en honor a sus camaradas muertos. Este año iba a ser distinto: la dirección de la Guerra ocupaba todo el tiempo del Führer y este estuvo a punto de no acudir al acto. Finalmente se decidió y voló desde Berlín a la capital bávara. Nadie sabe que la historia estuvo a punto de cambiar aquel día…

El pasado día 5, Georg Elser, un relojero antinazi, consiguió introducir una bomba en uno de los pilares de la cervecería con el objeto de matar a Hitler mientras daba su discurso. El mecanismo de la bomba estaba preparado para activarse a las 21:20, justo cuando Hitler estuviera acabando su discurso o se encontrara charlando con los asistentes.

Hitler llegó a Munich por la tarde, y a las 20:10 comenzó su discurso, radiado como es habitual a toda la nación. Como de costumbre, Hitler dedicó emotivas palabras a sus compañeros muertos dieciséis años antes, pero además habló de la Guerra. Agradeció la oferta de mediación realizada ayer por los soberanos de Bélgica y Holanda pero la rechazó. Acto seguido se concentró en atacar a Inglaterra, acusándola de haberse dejado engañar por los belicistas y mantener la guerra únicamente por motivos económicos.

Hitler en la Búrgerbräukeller. No sé el año exacto de la foto



A las 21:12 había terminado su discurso cuando uno de sus asistentes se le acercó. El tiempo había empeorado sustancialmente y se desaconsejaba viajar por avión. En la estación de Munich había un tren preparado para llevarlo a Berlín, pero era necesario cogerlo ya si querían estar de vuelta en Berlín aquella misma noche. El Führer se despidió y salió de la cervecería rumbo a ese tren que lo llevaría de vuelta a la capital del Reich. Ocho minutos más tarde y con precisa exactitud la bomba de Elser hizo explosión. Ocho personas murieron y sesenta y tres resultaron heridas. Si Hitler hubiese estado en la tribuna de oradores hubiese muerto seguro. El azar y el mal tiempo lo habían salvado una vez más.

La Bürgerbräukeller tras el atentado del 8 de Noviembre



Unos minutos antes de que la bomba hiciera explosión, una patrulla de la polícía alemana detuvo a Georg Elser cerca del puesto fronterizo de Constanza, mientras intentaba desertar a Suiza. En un primer momento los agentes no le dan demasiada importancia al caso, pero tras encontrar alicates y material para fabricar detonadores en su equipaje deciden trasladarlo a Munich más o menos cuando la bomba estaba explotando. En Munich Elser fue interrogado por la GESTAPO, negando cualquier participación en el atentado. Cuando aquella misma noche fue reconocido por una camarera de la Bügerbräukeller como cliente habitual, Elser se derrumbó y confesó. Trasladado a Berlín, fue torturado para que confesara si tuvo cómplices. Pero el relojero había actuado solo y así lo afirmó. Finalmente, la GESTAPO lo envió al campo de Saschsehausen y más tarde al de Dachau, donde sería ejecutado en Abril de 1945, pocos días antes de que su odiado Hitler muriera y acabara la Guerra.


POLONIA: Hans Frank, el Gobernador General de Polonia, firma el plan por el que se trasladarán a su territorio 600.000 judíos y 400.000 polacos de la Polonia anexionada al Reich. Los judíos tendrán que instalarse en los guetos creados por el propio Frank ayer. El traslado masivo comenzará el 1 de Diciembre.


FINLANDIA: El gobierno finlandés rechaza de nuevo las condiciones soviéticas sobre las fronteras comunes. El Mariscal Mannerheim, jefe de las fuerzas armadas finlandesas, encabeza la oposición a las imposiciones soviéticas. Mientras, en Moscú, las negociaciones entre ambos países continúan en punto muerto.

3 comentarios:

La Dame Masquée dijo...

Uf, que historia la de la bomba.
Pero yo me pregunto por que hacerla estallar hacia el final del discurso, sin saber cuanto iba a durar exactamente y arriesgandose asi a que estalle despues de que se haya ido. Lo normal hubiera sido hacerla estallar mas temprano, no tanto como para no cubrir un posible retraso; dejando un margen de tiempo, pero mejor al principio que al final, y asi ni siquiera llega a pronunciar su discurso.

Feliz tarde, monsieur

Bisous

Cayetano dijo...

Así que se salvó por los pelos, por ocho minutejos. ¿Qué habría sido de la guerra si hubiera muerto el führer? ¡Qui lo sa!

José Luis de la Mata Sacristán dijo...

lo del pobre relojero fue una venganza muy cruel... mantenerle con vida y matarle cuando todo ya se había venido abajo... se ve que Hittler no se olvidó de el nunca.

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